El viaje a Ica

Extrait

Llevaba más de una hora esperando en el carro y tenía frío. Se me estaba congelando lo que no se puede nombrar. Cogí el suplemento deportivo de El Comercio que había dejado tirado en el asiento, y leí por quinta vez los resultados del fútbol, Sporting Cristal 1-Alianza 0. Luego regresé a los titulares. “Asesinaron a Carmen Álvarez de Gallardo”. Abajo, aparecía la foto de un rostro ensangrentado, cabellos rubios con reflejos rojos, ojos abiertos donde no se leía el terror sino la incomprensión.

Leí una vez más el artículo, despacito. Habían encontrado el cuerpo en un camino afirmado, a unos diez kilómetros de Ica, con una bala en la sien. No había indicios de tortura. Ni rastros de los asesinos. Seguían consideraciones filosóficas: ¡O tempora, o mores! ¡Qué país este! La situación se está volviendo peor que en Colombia, el ministro del interior debe renunciar… La falta de luz me salvó y tire el periódico en el suelo.

Estaba anocheciendo: como siempre en Lima, el cielo gris se estaba poniendo negro y la neblina se volvía más densa. Nada de cielo rojizo ni de puesta de sol romántica.

El cliente tomaba su tiempo, se hacía esperar. Una hora y veinte con este periódico huachafo como único compañero. Menos mal que el carro estaba bien, bastante cómodo, con sillones aterciopelados y buen equipo de sonido. Pero la única cinta que llevaba, un viejo Juan Manuel Serrat, se me había estropeado. Me tuve que aguantar las canciones dulzonas de Radio Carolina.  No vayan a creer que soy rico.  Me desenvuelvo correctamente, nada más. Bueno, uno de mis últimos clientes me pagó bastante bien, por un caso de adulterio que tardé meses en elucidar, así que me pude comprar este Mitsubishi Lancer. Es que en nuestra profesión, el carro es una herramienta de trabajo que tiene que estar en excelentes condiciones. Además, suceden muchos altibajos. Muchos bajos y algunos altos. Por eso es mejor invertir mientras se pueda.

Aquella tarde formaba parte de los bajos: seguir a un hombre miserable en todos los aspectos de su vida miserable, una investigación que me pidió su socio, parece que estaba metido en una red de blanqueo de dinero. Nada muy excitante, ningún desafío intelectual, pero me tengo que ganar la vida.